Unidad Básica
Una de las características del kirchnerismo es su pulcritud, su blancura, su elegancia, su aire citadino, su prolija moderna juvenil elegancia. Hay como una estética bien clase media en el kirchnerismo, que deja afuera esa estética más arrabalarera que es históricamente la estética pejota, más de barrio, de negro cabeza. Como que los morochos, los gremialistas de la CGT, los piqueteros, los punteros, son los “otros” que forman parte del movimiento. Una diferencia estética que no se ve únicamente en la ocupación de los cargos, sino fundamentalmente en la calle, unos y en las redes, los otros.
El kirchnerismo moviliza poco en relación a lo que moviliza la CGT o lo que históricamente movilizó el peronismo. Es en esas rendijas donde uno percibe dos peronismos. El que detesta el bombo y el gordo con sabor a mandarina en la boca y la panza al viento, que transpira y salta como un mono epiléptico con actitud amenazante. Y el otro peronismo. El de la gente poco estridente. Reservada. Pensante. Calculadora. Instruida. Por esas cosas y más allá de Alberto Fernández y su proclamada admiración por Raúl Alfonsín el kirchnerismo se parece estéticamente mucho más al alfonsinismo (y toda esa galería de gente tan cuidadosamente contenida) que al peronismo histórico.
De todos modos, a la hora de votar se vota.
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