El post-populismo, según Damián Selci.

 










Unidad Básica


Lo viejo hoy.

La pandemia de coronavirus ha generalizado la impresión de que es preciso pensar un nuevo mundo. Pero un nuevo mundo supone un nuevo pensamiento, que tendría que empezar por diferenciarse con nitidez del viejo pensamiento.

De manera que nuestra primera pregunta será: ¿qué es lo viejo hoy en política? Decir que es “el marxismo ortodoxo” sería de una comodidad inaceptable. La crítica y deconstrucción del marxismo ya lleva medio siglo de existencia en la filosofía. Tal vez debamos cometer una primera osadía y proponer que lo viejo “hoy” más bien es el posmarxismo, el post-estructuralismo de izquierda o, para decirlo todo, su mejor conclusión: el populismo.

Como sabemos, el prestigio populista creció porque esta teoría supo reemplazar en varios aspectos a la doctrina marxista clásica, poco después de que las ruinas del socialismo real comenzaran a poblar los museos de Occidente. Tuvo, además, una excelente sincronía con el ascenso de los movimientos populares latinoamericanos.

Pero siempre estuvo claro para Laclau que el populismo no indicaba por sí mismo un horizonte más allá del capitalismo.

Más bien habría que reconocer que dicha teoría da por sentado el marco hegemónico del capital. La confrontación de “los de abajo versus los de arriba” suministra una formulación útil y persuasiva en términos de lucha política concreta, pero resulta poco idónea para el largo plazo. Como han notado muchos críticos, se presta a tergiversaciones y desviaciones. ¿No hizo Trump su campaña luchando contra las supuestas élites progresistas de Wall Street?

Pero el auténtico déficit de la teoría del populismo estriba en que, como constituye una táctica de acumulación política sin programa político de fondo, no puede ofrecer una imagen del futuro. No hay ninguna indicación en la teoría populista de lo que sería la sociedad emancipada. El populismo crea un pueblo en cuanto articula demandas sociales. Pero esto no resulta descriptivo, y suena a poco. ¿Cuáles son concretamente

estas demandas? La teoría populista no lo dice. O más bien da a entender esto: que pueden ser cualquiera. En principio, ninguna demanda está per se inhabilitada para formar parte de la cadena de equivalencias que, según La razón populista, forma a un pueblo. Pero salta a la vista que ser cualquiera no es ser un programa de transformación profunda; más bien equivale a la ausencia de este programa, que habrá que buscar en otro lado…

Dicho mal y pronto: como una vez caído el marxismo no sabemos realmente qué queremos, nos dedicamos a ver “qué quiere la gente” y hacemos política a la carta. Ajustemos la formulación: el protagonismo teórico de la “articulación de demandas” oculta la triste evidencia de que carecemos de programa. Lo que no hemos pensado como militantes –cuál es el objetivo de nuestra política– produce directamente la reificación de “lo que quiere la gente”.

En otros tiempos esto se llamaba hacer seguidismo; en todo caso es perceptible que, como no hay programa, el objetivo de la praxis ya no puede ser la transformación, sino sólo la reforma: la política consiste así en responder a las demandas, no en transformarlas.

La ecuación o la sinonimia en juego podría resumirse así: carencia de programa = enaltecimiento de las “demandas” = reformismo = aceptación teórica del triunfo capitalista.

Diremos “aceptación teórica del triunfo capitalista” porque en realidad todo el problema radica ahí. Que el capitalismo se mantenga victorioso en el mundo es un hecho indiscutible, pero sólo un hecho. No hay por qué sostener la derrota en el plano de la teoría. En este nivel es que debemos comenzar a rechazar el reformismo: puede que de momento no podamos ir más allá de él en la práctica, pero nada impide que ya mismo seamos totalmente radicalizados en la teoría. Que ante la devastación neoliberal sea preciso llevar adelante “políticas de cuidado” con presencia del Estado de ninguna manera implica que nuestro marco conceptual también deba quedar a la defensiva.

LA POSIBILIDAD DEL SIGLO. CINCO ENSAYOS PARA EL PENSAMIENTO DE LA MILITANCIA. DAMIÁN SELCI / VIOLETA KESSELMAN / GASTÓN FABIAN / NICOLÁS VILELA / MANUEL SARALEGUI.




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